Me levanto temprano, tipo cinco y media. Apago el reloj despertador, voy al baño y me miro unos segundos en el espejo que se extiende a lo largo de la pared. Mientras me lavo los dientes, arrastro la mirada por los frascos de crema importada distribuidos alrededor de la pileta. El aroma del arreglo floral lo envuelve todo. Me doy una ducha rápida, me cambio –casual pero moderna- y bajo. Miro al pasar los cuadros de fotos en blanco y negro que están colgados en la pared. Llego a la planta baja, y entro en la cocina, pintada en un sutil tono pastel. Escucho un golpe afuera: seguro es el diario que golpea contra la puerta principal. Abro la heladera de dos puertas, saco los huevos, el tocino, las tostadas, la crema de maní. Prendo la mini tv y miro las noticias mientras baja la familia. Preparo el desayuno: panceta frita, huevos revueltos, café, jugo de naranja, cereales. Mis hijos desayunan junto a mi marido, pero no terminan de comer porque se hace tarde. Mi esposo me da un beso antes de irse, vestido en traje y corbata. Meto velozmente los sandwiches de manteca de maní adentro de las bolsas de papel madera y se las doy a mis chicos antes de que se vayan corriendo con sus remeras rayadas y pantalones de jean a la parada del autobús que queda a una cuadra.
Sola otra vez. Tiro los restos de comida en el triturador de la pileta. Meto los platos en el lavavajilla, bajo al sótano y saco la ropa mojada del lavarropas, la meto en la secadora y vuelvo a subir. Suena el teléfono, atiendo en la cocina. Me paseo ordenando todo lo que quedó en la mesa de desayuno mientras el cable enrulado se extiende metros y metros a lo largo de la habitación. Corto: era mi mejor amiga. Más tarde vamos a hacernos la manicura. Cruzo el garage, me quejo por el desorden- está lleno de cajas, herramientas y bicicletas. Abro la puerta con el control remoto, me meto al auto familiar y salgo hacia la calle. Los tachos grandes de basura me hacen acordar que sería una buena oportunidad para tirar lo que tengo guardado en el ático. Bueno, quizás más tarde.
Recorro las calles, espero con paciencia cada vez que el semáforo negro -colgado en la mitad de la calle- me avisa que tengo que frenar. Llego al súper, estaciono. Hago las compras de la semana: bidones de leche y de jugo, latas de bife, baguettes, cajas de cereales, mucho pollo, costillas de cerdo, helado en tarro, ketchup en botella, packs de cerveza y comida congelada. Llego a la caja, saco la chequera, pago, y meto los víveres adentro de gigantescas bolsas de papel. Cargo todo en el baúl, y me voy a mi casa. Llego, reviso el correo, dejo las llaves junto a las revistas y cartas en la mesita del recibidor y le doy play a los mensajes de la contestadora.
Suspiro, el día va a ser largo. Todavía me falta ayudar a mi hijo mayor con su proyecto de ciencias (un volcán), hacer las camas, preparar snacks para mi marido y sus amigos que se juntan a mirar un partido de baseball, lavar la ropa de mi hijo que mañana juega con su equipo de primaria al soccer, ir a la peluquería, y mandar las tarjetas de fin de año a todos mis conocidos. Como se pasaron las semanas, ¡ya llega Acción de Gracias! En menos de un mes tenemos que ir comprar el pino y los adornos de Navidad, ir al acto de fin de ciclo de la escuela y viajar a la casa de mis padres a pasar Año Nuevo.
No, definitivamente la vida americana no es fácil.
9 comentarios :
Me lei todo pensando que era un sueño tuyo... te odio! jajaja
Me gustó mucho cómo lo describiste, me hice toda la imagen. Evidentemente esa idea de vida americana 'tipo' tiene elementos bien claros que hacen que nos venga enseguida a la cabeza. Y vos los usaste.
¡Qué plomazo todos los días así, no? Beso!
Yo también pensaba que era un sueño! Sobre todo cuando vi la foto de la cocina, si fuera real, tendría ahora un poco de envidia :P
fuimos tres los del sueño, entonces!
Jajaaa! Los engañé a todos. ( :
Buenísimo ;)
JAJA ¡Dios mío! El olor a yankie inundó esta entrada. ¿Serán tan así como los muestran en las películas? Lo peor es que todas las películas muestran la misma familia tipo xD.
Me encanto el relato, y lo sufri en carne propia durante un año. Es asi para la mayoria de la gente, al menos en la america profunda, todos aspiran a vivir en casas pintadas iguales y siguiendo las mismas rutinas. Bastante robotico.
Te amé Lola Oh
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